Ataques de pánico en niños
Los síntomas de un ataque de pánico, pueden sobrevenir en diversas circunstancias, en la que la persona, es expuesta a mucho estrés, pero muchos de esos eventos se dan porque sí, sin ninguna razón aparente, en donde el paciente se siente muy mal, y el miedo se apodera de él, en el que hay pérdida de la realidad momentánea, palpitaciones, temblores, sequedad en la boca, nauseas, vómitos, mucha sudoración, rigidez, sensación de asfixia, con lo que muchas veces, se lo puede emparentar con un ataque cardíaco.
En esta oportunidad y siguiendo a una serie de artículos relacionados entre sí de crisis de ansiedad, y pánico, hablaremos de los ataques de pánico en niños. Es más común relacionar a las mujeres que a los hombres, con este tipo de trastornos, pero se da en ambos casos, y en un porcentaje menor en niños y adolescentes.
Es importante que sepamos que es un trastorno psiquiátrico, de los más comunes o leves, pero que deben tomarse en cuenta, y en el caso de los niños, los ataques de pánico, son muy tenidos en cuenta porque estos, pueden interferir con sus relaciones, con las actividades escolares, y con su futuro.
El niño que padece este tipo de trastornos, tiene en principio toda la sintomatología que hemos enumerado anteriormente, es decir se descontrola de manera súbita, sin una razón. El pequeño sufre además la vergüenza ante sus compañeros de escuela si es que estos sobrevienen en las horas escolares, por ende bajan sus notas, su autoestima se va destruyendo poco a poco, hasta aislarse del resto, con lo cual se forma un círculo vicioso.
Los ataques de pánico en niños tomados a tiempo, se solucionan y las terapias alternativas, una buena psicoterapia, y en los casos necesarios un medicamento para la ansiedad elimina esos eventos tormentosos para el niño, y para la familia. Es lógico que un pequeño en la edad preescolar, no quiera quedarse en sus primeros días solo en el jardín de infantes, y tenga miedo de no ver más a sus padres, pero cuando este se extiende por más de dos o tres meses, es probable que tengamos que hacer alguna consulta más a fondo del problema porque el pequeño puede estar comenzando con un cuadro de ataques de pánico, que si bien la consulta llega pronto, eso se soluciona, y si no ha de ser así, estaremos más tranquilos por el resultado.
Grados de gravedad
Las intensidades de los ataques de pánico en niños pueden variar según el grado de gravedad, por ejemplo en términos medios duran entre quince y veinte minutos. El niño puede desde lo cognitivo, evocar hechos pasados traumáticos, y reaccionar de maneras diferentes, por ejemplo con temblores, dolores en el estómago, y sobreviene en ese momento el ataque o crisis de pánico. Cuando el niño tiene miedo, responde a estos con pánico, y llanto.
En principio se acudirá a un profesional que le dará la adecuada terapia, por ejemplo enseñar al pequeño a ordenar los pensamientos, a reconocerlos, para saber en qué momento va a suceder nuevamente, es allí que el profesional terapeuta, enseña mediante técnicas a que comience a controlarse de manera instantánea, con frases, palabras, canciones, y aprende de una manera a usar esa técnica para mantenerse controlado en las situaciones en las que puede verse desbordado.
Durante estas etapas, el niño ya comenzará a disminuir sus ataques de ansiedad, tomando como punto de partida lo aprendido es decir, las técnicas. Aunque el pequeño tenga tres o cuatro años se puede lograr perfectamente, además no nos olvidemos que ellos aprenden más rápido, que los adultos.
Los ataques de pánico en niños, suelen formar un círculo vicioso en la familia que se desespera por ese niño que reacciona así, sobre todos las madres. Así de esa forma, la madre, y el padre, deberán también tener terapias para enseñar al niño reforzando las técnicas y porque no para ellos también, es decir que es un trabajo con la familia, asimismo hermanos o personas que vivan con él.
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Es fundamental el trabajo de la familia, para que el niño que sufre de este trastorno se recupere de una vez y para siempre, porque esa familia está afectada, no se trata de un problema aislado para con ese niño particular, sino que desde el seno familiar hay trabajar duro. No dejemos frustrarnos por este problema que no solo le ocurre a un niño, sino que son muchos los casos, y más comunes de lo que nos imaginamos, pero no hay que dejarse estar. Cultivar la paciencia nos llevará a buen puerto, para la tranquilidad del niño que sufre y de nosotros mismos, así formaremos una familia sana y feliz. Además ese pequeño, sabrá que cuenta con el apoyo de todos para salir adelante, y puede que en el futuro esto sea solo un recuerdo, y que no se vuelvan a repetir más estos episodios.
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