Edema hepático
Para comenzar a profundizar el tema específico del edema hepático, será necesario que conozcamos las principales características de dicha afección. Primero y principal, diremos que una de las principales causas del edema hepático, es una alimentación carenciada, falta y disminución sumamente notable de proteínas y minerales esenciales que necesitamos para poder vivir.
Uno de los datos más curiosos que arroja una estadística, recientemente realizada es que la principal causa de este tipo de edema, en el caso de los jóvenes es la cirrosis, producida por el exceso de alcohol en hígado. No en todos los casos puede originarse pero si es muy probable y más aún luego de un proceso hepático de bastante gravedad como es la cirrosis o la insuficiencia hepática. Esto, provocará una ascitis y luego, seguirá hasta los miembros inferiores.
La ascitis es un exceso líquido en los tejidos que recubren la zona el abdomen y los órganos abdominales. La presión sube en los vasos sanguíneos del hígado y en las zonas bajas de la albúmina. Uno de los síntomas que se dan al poco tiempo de padecer edema hepático es una coloración característica, conocida como ictericia.
La coloración es normalmente amarillenta en la piel y en las mucosas, ya que aumenta notablemente la bilirrubina, acumulándose en varios de los tejidos. Esto sería lo mejor, ya que de esta manera podremos darnos cuenta de que estamos en presencia de una enfermedad hepática grave.
Hay casos en los que no se presenta coloración, por lo que es mucho más difícil poder detectar a tiempo dicha afección. Además, es importante saber que conforme pasan los meses, el edema hepático comienza siendo de consistencia blanda, por lo menos por los dos primeros meses, pero luego su consistencia se hace mucho más dura. En general, a pesar de ser una enfermedad de alta gravedad si es que no se trata a tiempo, no genera ningún tipo de dolor o molestia, cosa que es más preocupante ya que sin dolor y sin color, será mucho más difícil poder darnos cuenta de que estamos en presencia de un edema de este tipo. Por eso es esencial, dirigirse al médico en forma periódica (por lo menos cada seis meses, dos veces por año) de esta manera, será mucho más rápida la asistencia si es que tenemos un edema, impidiendo que se torne aún más su gravedad.
Un diagnóstico adecuado
Para que se diagnostique el edema hepático, será necesario recurrir al médico en donde se realizarán varios exámenes que lo determinarán o no. El primer paso, es el examen físico ya que mediante el mismo, se podrá distinguir una disminución en el tamaño de hígado. En el área del cuerpo en donde se encuentra el hígado, el médico efectuará algunos golpes secos para detectar si está todo en orden o no. Mediante estos golpes secos, podremos detectar el tamaño del hígado, ya que el sonido es diferente al normal.
La posición del hígado, también podría cambiar, por lo que mediante dichos golpes el sonido también cambiará. Además de los golpeteos, será necesario efectuar presión en la zona, ya que de esta manera será mucho más fácil detectar un cambio en el tamaño del hígado, siendo más grande o pequeño. Lo importante, es que el hígado no se encuentre sensible al tacto, por eso es que el paciente deberá ir contando todo lo que siente, durante el examen físico.
Es esencial que este examen se realice con la mayor seriedad posible, ya que un edema hepático no solamente podría desencadenar en una cirrosis, sino también en cáncer de hígado. Se produce un cambio muy severo en cuanto a la estructura del hígado, haciéndose más pequeño y mucho más duro, siendo además sus funciones vitales mucho más limitadas que las que efectúa con normalidad. También pueden realizarse exámenes de sangre que determinarán en pocas horas mediante los resultados si estamos en presencia o no de un edema hepático o cirrosis.
Las pruebas con imágenes, también son muy útiles como la realización de un escáner del hígado o ultrasonido. La biopsia del hígado, también es una muy buena opción en la que mediante la inyección a través de la piel en la zona en donde se encuentra, se toman muestran del mismo para poder determinar si hay edema o no. Una de las medidas no tan comunes, pero que también pueden tomarse en algunos casos, es la cirugía para poder examinar en forma completa el hígado, siendo mucho más preciso el posterior diagnóstico, aunque muchas veces puede resultar algo exagerado si es que todavía no estamos seguros del edema o la afección del hígado. La temperatura de nuestro cuerpo, no aumentará, por lo que no se percibirá fiebre en lo absoluto. Lo que puede suceder es un cambio en el aspecto de la piel, siendo mucho más seca, comenzando a descamarse de a poco con un color muy característico, marrón o amarillo oscuro
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