PARASITOSIS INTESTINAL
Las parasitosis intestinales constituyen una buena parte de los problemas con los cuales los pediatras y médicos generalistas deben enfrentarse a diario, tanto en los hospitales como en la consulta privada y ya en los medios urbanos como en los rurales. Algunas parasitosis son intrascendentes clínicamente, otras pueden llegar a causar complicaciones graves que a veces requieren tratamiento quirúrgico.
Este grupo de afecciones es extremadamente frecuente. Los índices de infestación parasitaria son elevados en áreas endémicas rurales y zonas urbanomarginales, y particularmente en los países subdesarrollados. Son más frecuentes en niños mayores de cuatro años que en los adultos. En los países latinoamericanos tropicales o subtropicales de clima cálido y húmedo, especialmente en zonas donde las condiciones de vida son muy deficitarias, el panorama que ofrecen las enteroparasitosis suele ser muy severo.
Suelen contribuir en algunos casos y unidas a las distrofias pluricarenciales por hipo-alimentación crónica, al retraso del desarrollo y del rendimiento intelectual en niños de edad escolar.
A medida que el nivel económico, social, cultural y sanitario de las poblaciones se eleva, la prevalencia de parasitosis intestinales disminuye. Se dispone actualmente de tratamientos que pueden controlar y curar estas enfermedades, evitando los peligros de complicaciones que pueden poner en peligro la vida de los niños.
La Entero-Parasitosis Endémicas son un “indicador de Subdesarrollo” y como tal debe ser encarado por los Estados.
Cuadro clínico general de las parasitosis intestinales
Los dolores son los síntomas más frecuentes. Se localizan en el abdomen y se presentan como dolores erráticos, tipo cólico, casi siempre en relación con el marco colónico y en especial en los flancos. Suele acompañarse con estado nauseoso y sensación de opresión en epigastrio. Alteración del ritmo defecatorio existiendo más comúnmente diarreasque constipación. Pérdida del apetito. Decaimiento. Intolerancia, que antes no existía, a ciertos alimentos (quesos, verduras, embutidos). Prurito anal y nasal (especialmente nocturnos).Palidez de piel y mucosas. Trastornos de conducta y nerviosismo. Trastornos en la absorción intestinal. A veces Tos. La influencia nociva de ésta patología es variable y va desde levísimas perturbaciones al estado ostensible de enfermedad, dentro de las cuales se puede aceptar que un paciente se encuentra en situación de enfermedad subclínica, o de enfermedad sintomática, leve moderada o grave, pero el criterio a no dejar de considerar, es que en todos los casos estamos en presencia de un enfermo parasitado.
Los pacientes infestados pero asintomáticos son los llamados “portadores aparentemente sanos”, a quienes se debe identificar y prescribir tratamiento, para evitar la “diseminación” parasitaria.
CLASIFICACIÓN
Destacaremos entre todas las parasitosis intestinales, que son muchas más, y admiten clasificaciones complejas, las que por repercusión y frecuencia en nuestro país, deben ser claramente identificadas los individuos.
Diagnóstico: se logra mediante la identificación del parásito. Previamente se debe realizar un “diagnóstico clínico” de Parasitosis Intestinal, que es la primera aproximación diagnóstica, como en otras patologías médicas. Es decir, que un cuadro clínico expresado en síntomas (lo que expresa el paciente) y signos (lo que objetivamente constata el médico), lleva al profesional a indagar por medio de preguntas los antecedentes del síndrome (anamnesis). Una vez que se tiene el diagnóstico “presuntivo” de parasitosis intestinal, se debe realizar lo que se llama el diagnóstico (diferencial”, o sea cual es el agente etiológico causante de la patología. Sólo se llega a este objetivo con los estudios de laboratorio.
Dentro de los exámenes de laboratorio más comunes que se realizan, el examen parasitológico completo de materia fecal, es el básico e ineludible.
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