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SALUD OCUPACIONAL

En el último medio siglo se ha producido una serie de cambios en la composición del empleo y en la estructura social, acentuada en la última década por una economía mundial globalizada, sumergiendo a amplios sectores sociales en una situación cada vez más degradada, donde crece la pobreza y la exclusión.

INTRODUCCION AL CONCEPTO DE SALUD OCUPACIONAL

La Argentina vivió la mayor parte de este siglo con bajas tasas de desempleo o con ocupación plena. Muchos de los movimientos migratorios desde Europa hacia nuestro país se dieron en circunstancias de crisis económica y en la perspectiva de obtener trabajo y progresar socialmente.

Las diferentes reformas del Estado que se llevaron adelante en los últimos años, implicaron una nueva "zona de incertidumbre" con sensación de desprotección que se suma al fenómeno de la desocupación. Se asistió a la reducción de una serie de dispositivos de intervención del Estado en la sociedad.

Estas cuestiones, generaron en el campo de la salud, la aparición de nuevos actores en los servicios públicos, generalmente de población recientemente empobrecida y sin cobertura social. El hecho de cambiar del sistema de seguridad social al público, implica un impacto relevante en estas poblaciones. Mientras tanto, los pobres estructurales, llegan al Hospital Público con menor asiduidad y en forma aún más discontinua.

gente-trabajando

Foto de gente trabajando

Además, tanto el incremento de la desocupación como de la precariedad del empleo son un problema crecientemente importante en nuestra sociedad por el hecho que al retraerse los niveles de protección social del Estado del Bienestar, los individuos, cada día más atomizados, tienen que hacer frente, crecientemente solos, a las necesidades de supervivencia en un entorno cada vez más hostil. La consecución de empleo, en las condiciones que sea, se convierte para sectores sociales en aumento en una necesidad imperiosa simplemente para vivir. El grado de dependencia de un trabajo remunerado se ha ido incrementando paulatinamente, conforme ha ido disminuyendo, de forma paralela, la capacidad de mantenimiento autónoma o independiente, o la posibilidad de obtener una cobertura estatal mínima para subsistir. En la actualidad según cifras de diferentes organismos, las tasas de desempleo superan el 20%.

salud-ocupacionalLa desocupación trae a la pobreza, que además de provocar la falta de ingreso familiar, tiene tanta o mayor influencia sobre la vida de los que la padecen, ya que puede incapacitar a personas, familias, o sectores completos de la población. Los pobres urbanas, que viven en las barriadas marginales, son víctimas de crímenes violentos más a menudo que sus vecinos más pudientes. La pobreza puede contribuir a crear un círculo vicioso dentro del hogar, cuando los bajos ingresos y la falta de perspectivas económicas provocan actos de violencia intrafamiliar, con alto riesgo para la salud del grupo familiar. Estadísticas recientes revelan que existe un aumento en la tasa de mortalidad cardiovascular en grupos de excluidos con N.B.I. sometidos a una permanente inequidad social.

OBJETIVOS

Dentro de los riesgos sociales, se encuentran la violencia, los robos, los secuestros express y dentro de los riesgos para la salud, se considera el riesgo de padecer tanto accidentes como enfermedades. Se trata de establecer si los individuos en su condición de desocupados y excluidos sociales, aumentan el riesgo social y el riesgo en salud.

MATERIAL Y MÉTODOS

Se seleccionó en forma aleatoria un conjunto de 395 individuos desocupados, de ambos sexos, cuyas edades oscilaban entre 35 y 65 años y que viven en Capital Federal y el Conourbano.

La metodología utilizada fue una encuesta de salud, donde se consignaban datos sobre edad, sexo, nivel de instrucción, hábitos, vivienda, se indagaba sobre indicadores sociales y de salud. Fue realizada en el primer semestre del año 2002, por alumnos del Instituto Superior de Ciencias de la Educación para la Salud , Edusalud en colaboración con ayudantes de trabajos prácticos de la Cátedra Pirovano del Dpto. de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina, UBA.

RESULTADOS

De acuerdo a las respuestas recibidas, se diferenciaron 2 grupos:

•  Desocupados pobres, 143 individuos (el 36%) que sólo habían alcanzado instrucción primaria completa o parcial, que generalmente carecía de Obra Social y que no tenían mano de obra calificada.

•  Desocupados clase media baja o ex-clase media, 252 individuos (el 64%) que ostentaban instrucción secundaria o terciaria, con mano de obra calificada y presentaban algún tipo de cobertura social familiar.

Es interesante comprobar que el 38% de los desocupados pobres, tuvo que abandonar la vivienda que alquilaban y convivir con su familia en la casa de un pariente directo (padres o hermanos). Estos grupos mayormente están constituidos por padres jóvenes con hijos en edad escolar.

gente-trabajando

gente trabajando es gente feliz

EVALUACIÓN DEL RIESGO SOCIAL:

Este grupo también es vulnerable a la violencia social, ya que en un 41% sufrió uno o más robos, generalmente en la vía pública y en inmediaciones de la vivienda en que se alojaba. Estas se encontraban en barrios carenciados, con NBI, donde el canibalismo social hace que los pobres intentan robar a otros pobres. Paradójicamente, los desocupados de clase media, son objeto de menos actos de robos, el 37%. Los 2 grupos están expuestos a la violencia social, ya que alrededor del 20% refiere haber estado involucrado en algún tipo de episodio violento en la vía pública.

EVALUACION DEL RIESGO EN SALUD:

Con respecto a la salud, es oportuno señalar que en un país con exclusión social, los desocupados son los que están más expuestos al incremento de los riesgos en la salud.

Los datos obtenidos en la encuesta son los siguientes:

•  Con respecto a los hábitos se puede comprobar que los desocupados más pobres no realizan actividad física o deportes, o sea que a pesar del tiempo ocioso, son generalmente sedentarios, inversamente a su nivel socioeconómico: los del primer grupo llegan al 97% y los del segundo sólo al 33%. Se puede interpretar que un mayor nivel de instrucción de estos últimos, les brinda mayor oportunidad de información en temas de prevención de las enfermedades, por la que los individuos aprenden hábitos y conductas saludables, relacionados a la alimentación, la actividad física y en evitar las adicciones, especialmente cuando hay muchas horas de tiempo libre.

•  Asimismo, en el tema de adicciones, el tabaquismo adquiere una especial atención: Es digno analizar algunos aspectos del hábito tabáquico en este grupo:

Los desocupados más pobres fuman un 55%, mientras que el resto lo hace en un 38%. Es oportuno consignar que actualmente en la población general los fumadores constituyen entre el 35% y 40%.

•  Los hombres fumadores duplican en cantidad a las mujeres que fuman y además consumen más cantidad de cigarrillos por día. (15cig/día). Las mujeres jóvenes fuman más que las mujeres adultas.

•  En el grupo de desocupados que refiere comer sólo una vez por día, es notable el hecho que más de la mitad de ellos sean fumadores de más de 10 cig/día. Este dato puede demostrar que la "presión social" que sufren los más excluidos puede generar un aumento de la ansiedad tal, que la adicción por el tabaco puede ser más condicionante que la necesidad de saciar el hambre.

•  A diferencia de lo que sucede en la población general donde fuman más los adolescentes, en la población de desocupados fuman más los adultos. Esto puede interpretarse que por su condición de único sostén familiar, los jefes de hogar, ya adultos, algunos se sienten sometidos a tensiones ya sea en el ámbito familiar como el social, aumentando algunos su adicción y otros la retomaron.

•  Los desocupados pobres con NBI, concurren al Sistema de Salud Pública para su atención en un 85%, los que son pobres estructurales lo hacen en un 66% y los que pertenecieron a la clase media baja, se asisten en un 46%, porque el grupo familiar al cual pertenecen muchos de ellos aún conserva algún tipo de cobertura en salud. Al existir un aumento de la exclusión social, aumenta proporcionalmente la demanda de atención en los hospitales públicos, que se tornan insuficientes.

•  El 40% de los desocupados pobres refiere al menos una enfermedad o padecimiento, en cambio en los desocupados provenientes de la clase media refirieron en un 28%. Es presumible que el porcentaje mayor que se manifiesta en el primer grupo, puede deberse tanto a la dificultad para acceder a la atención, como al cumplimiento parcial o insuficiente del tratamiento instituido. Cuando se indagó sobre la terapéutica que debían cumplir, el 60% del primer grupo refirió que no pudo acceder a los medicamentos por falta de recursos económicos. Este dato demuestra dramáticamente que el individuo pobre aumenta el riesgo de su salud, por no poder cumplir el tratamiento instituido.

•  Con respecto a la relación del peso corporal con la ingesta diaria de alimentos, se pudo observar que el grupo de desocupados que comía sólo una vez al día, es más delgado, presumiblemente por un déficit de aporte calórico alimentario, pues son los más delgados del grupo, ya que presentó un IMC de 23, mientras que el resto tuvo un IMC de 26. Existe una diferencia ligada al volumen y quizás a la calidad de la dieta diaria, pero en ninguno de los 2 grupos se encontraron casos de sobrepeso u obesidad.

CONCLUSIÓN:

Los resultados obtenidos demuestran que de acuerdo al grado de exclusión social y a la ausencia de contención familiar, la vulnerabilidad tanto al riesgo social como en salud, es proporcional al grado de marginación de los individuos, ya que en éstos, aumenta la posibilidad de sufrir robos, hechos de violencia y enfermedades.